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Para las almas que recen las oraciones que se muestran a continuación (después de la Introducción y la biografía):
LAS VEINTE DIVINAS
PROMESAS
Para las almas que recen las oraciones que se muestran a continuación (después de la Introducción y la biografía):
INTRODUCCIÓN
Estas oraciones y promesas, hechas
fundamentalmente para el crecimiento espiritual de aquella alma que aspire a
unirse a Jesús todos los días y llegar a las alturas místicas de los más
grandes Santos, fueron copiadas del libro publicado en Toulouse, en 1740, por
el Padre Adrián Parvilliers, dé la Sociedad de Jesús, Misionero Apostólico en
Tierra Santa con aprobación, permiso y recomendación para propagar la devoción.
En tiempos de tanta Brígida (siglo XIV)
la imprenta no existía, de modo que el único recurso eran los copistas. El Papa
Urbano VI fomentó la multiplicación del número de copias de las revelaciones,
en vista de que estaban siendo solicitadas por reyes, obispos, conventos,
bibliotecas y universidades.
Los libros que contenían éstas
oraciones y promesas habían sido aprobados por un gran número de prelados,
entre los cuáles se encontraba Su Eminencia, el Cardenal Giraud de Cambria, en
1845 y el Arzobispo Florián de Toulouse, en 1863. La colección de pequeños
libros, en los cuales se encontraban estas oraciones, recibió la bendición del
Papa San Pío IX, el 31 de Mayo de 1862. Finalmente, esta colección fue
recomendada por el Gran Congreso de Malines el 22 de Agosto de 1865.
Esta versión española fue tomada de
otra en inglés.
Puesto que las oraciones dictadas por
Jesús a Santa Brígida, sufrieron, incontables traducciones de un idioma al otro
(sueco, francés, italiano, alemán, etc), esta versión española no pretende
declararse corno traducción exacta a la versión que la propia Santa pudo dar a
los de su tiempo, ni siquiera a las tantas otras versiones que se produjeron en
el espacio de seis siglos. Sin embargo, dada la tremenda espiritualidad
contenida en esta bellísima versión; no quepa a nadie la duda, porque nuestro
Divino Redentor lee las intenciones de nuestros corazones, y si Él ve sinceridad
en nosotros concederá sus VEINTE DIVINAS. PROMESAS a quien recite estas
oraciones diariamente por el espacio de un año. Sólo ten fe en su amor
infinito, rézalas meditando; profundamente en su contenido, precioso; Él hará el resto.
Aquellos que visiten la Iglesia, de San
Pablo en Roma, pueden ver el crucifijo en tamaño natural esculpido por
Pierre Calvallini, ante el cual Santa Brígida se arrodillaba, y la siguiente
inscripción: “Pendentis pendente Dei verba accepítaure accipit at, verburn
corde: Brigitta Deum”. Recordando. las prodigiosas experiencias tenidas por
la Santa ante este crucifijo.
"AQUÉL QUE
QUIERA VENIR EN POS DE Mí NIÉGUESE A SÍ MISMO,
TOME SU CRUZ Y
SÍGAME. " Mateo, 16, 24.
En 1862 el Papa Pío IX bendijo las
revelaciones de Jesús a Santa Brígida, y al año siguiente el Gran Congreso de
Malines las recomendó.
Estas meditaciones de origen divino, fueron fuente de piadosas prácticas
espirituales de muchas generaciones de católicos que quisieron seguir las
huellas de nuestro Salvador y así retratarlo en sus almas.
Copyright – Imprímase - Nice, Septiembre 23,1940.
V. GERMOND - Vicario General
SANTA BRIGIDA DE SUECIA
Santa Brígida hija de la princesa de sangre real de
Suecia, Birgir, nació por el año de 1302 de padres muy piadosos. Su virtuosa
madre murió al darla a luz, por lo que la niña fue cuidada por una de sus
piadosas tías. Brígida no pudo hablar hasta la edad de 3 años, pero tan pronto
pudo hacerlo, comenzó a rezar a Dios. Aún en su temprana infancia, sintió
atracción por los discursos serios, y en su corazón habitó la gracia divina, y
las lecturas piadosas eran sus favoritas.
A la edad de 10 años, Brígida se sintió
conmovida por un sermón que oyó sobre la Pasión de Nuestro Señor. A la noche
siguiente tuvo un sueño en el que vio a Nuestro Señor clavado en la cruz y
cubierto de sangre y heridas, al mismo tiempo una voz le decía: "MÍRAME,
HIJA MIA" ¡oh, mi. Señor! Respondió Santa Brígida ¿Quiénes te han
tratado tan cruelmente?
Nuestro Señor le respondió: "AQUELLOS
QUE ME DESPRECIAN Y SON INSENSIBLES A MI AMOR POR ELLOS."
Ese misterioso sueno dejó una impresión
tan profunda en ella que, desde entonces, meditó continuamente en los
sufrimientos, de Nuestro Señor Jesucristo, y siempre lloraba al hacerlo.
A la edad de 15 años, por obediencia, Brígida se
casó con un el príncipe, joven muy piadoso, y tuvieron ocho hijos (una de sus
hijas llegó a ser Santa Catalina de Suecia). Más que sus instrucciones, fueron
sus ejemplos los que santificaron su numerosa familia. Sus revelaciones y otras
gracias celestiales hicieron de ella una verdadera Santa!
Murió en Roma en 1373, después de,
regresar de una peregrinación a la Tierra Santa.
Dirigida practicaba y meditaba
diariamente en la vida y sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo.
LAS
20 DIVINAS PROMESAS
Jesucristo prometió a Santa Brígida los siguientes maravillosos
privilegios, con la condición de que ella fuera fiel a la diaria recitación del
Santo Oficio. Y se garantizan también a todo aquél que diga las oraciones
devotamente cada día por el espacio de un año. He aquí las promesas.
1. Cualquiera que recite estas oraciones, obtendrá
el grado máximo de perfección.
2. Quince días antes de su muerte, tendrá un conocimiento perfecto de
todos sus pecados y una contrición profunda de ellos.
3. Quince días antes de su muerte, le daré mi precioso cuerpo a fin de
que escape el hambre eterna; le daré a beber mi preciosa sangre para que no
permanezca sediento eternamente.
4. Libraré del purgatorio a 15 almas de su familia.
5. Quince almas de su familia serán confirmadas y preservadas en gracia.
6. Quince pecadores de su familia se convertirán.
7. Haz de saber que cualquiera que haya vivido en estado de pecado
mortal por 30 años; pero recita o tiene la intención de recitar estas oraciones
devotamente, Yo, el señor, le perdonaré todos sus pecados.
8. Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y está
para morir al día siguiente, prolongaré su existencia.
9. Obtendrá todo lo que pida a Dios y a la Santísima Virgen.
10. En cualquier parte donde se estén diciendo las oraciones, o donde se
digan, Dios estará presenté por su gracia.
11. Todo aquél que enseñe estas oraciones a los demás, ganará
incalculables méritos y su gloria será mayor en el cielo.
12. Por cada vez que se recite estas oraciones, se ganarán 100 días de
indulgencia.
13. Su alma será liberada de la muerte eterna.
14. Gozará de la promesa de que será contado entre los bienaventurados
de cielo.
15. Lo defenderé contra las tentaciones del mal.
16. Preservaré y guardaré sus cinco sentidos.
17. Lo preservaré de una muerte repentina.
18. Yo colocaré mi cruz victoriosa ante él para que venza a los enemigos
de su alma.
19. Antes de su muerte vendré con mi amada Madre.
20. Recibiré muy complacido su alma y lo conduciré a los gozos eternos.
Y habiéndolo llevado allí, le daré a beber de la fuente de mi divinidad.
ACTOS Y ORACIONES
BÁSICAS
Esta devoción se hará diariamente por
espacio de un año.
Cada día debe iniciarse de la siguiente manera:
Cada día debe iniciarse de la siguiente manera:
1. Persignarse
2. Realizar la oración
al Espíritu Santo
3. Rezar un Padre
Nuestro y un Ave María
4. Realizar la oración
de unión con Jesucristo cada día
5. Concluir con el
Gloria.
Invocación previa a
la oración diaria
Oración al dulce
huésped de nuestras almas, el Espíritu Santo
Persignarse
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus
fieles y
enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y todo será creado.
Y renovarás la faz de la tierra.
Oh Dios, que instruiste los corazones
de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que animados y guiados
por este mismo Espíritu, aprendamos a obrar rectamente siempre, gocemos de la
dulzura del bien y de sus divinos consuelos. Por Cristo Nuestro Señor. Así sea.
(Indulgencia de cinco años. Plenaria, si
se recita diariamente por un mes y se cumplen los requisitos usuales por la
Iglesia.)
PADRE NUESTRO
Padre
nuestro que estás en el cielo,
Santificado
sea tu Nombre;
Venga a
nosotros tu reino;
Hágase
tu voluntad
En la
tierra como en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día;
|
AVE MARIA
Dios te
salve María,
llena
eres de gracia
El
Señor es contigo,
bendita
tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
|
||
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
|
Santa
María Madre de Dios y Madre Nuestra,
ruega
por nosotros los pecadores, e inunda a toda la humanidad con la gracia
de tu llama de amor
ahora y
en la hora de nuestra muerte. Amén.
|
Con la
mano derecha (mano abierta y dedos juntos sin cruzarlos), del mismo modo en
que se hace la señal de La Santa Cruz (Persignarse), se hará una sola cruz en
nuestra persona empezando por la frente y diciendo la siguiente oración en el
orden correspondiente:
|
|
Gloria
al Padre, (Se toca la frente)
Gloria
al Hijo, (Se toca el estómago)
Gloria
al Espíritu Santo, (Se tocan los hombros
primero el izquierdo y después el derecho diciendo la siguiente oración:)
Como
era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos.
Amén. (Se concluye en los labios y se besa nuestro dedo índice)
|
Te recomendamos registrar el avance de cada rezo, llenando el formato
que se encuentra al final de las oraciones; así evitarás perder el orden de los
días que debes rezar.
LAS 15 ORACIONES DE
UNIÓN CON CRISTO
ORACIÓN PARA EL DÍA 1º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo,
rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
¡Oh Jesús mío! ¡Oh eterna dulzura para
los que te amamos! ¡Oh gozo supremo que supera todo gozo y deseo! ¡Oh salvación
y esperanza de nosotros, viles pecadores! Infinitas pruebas nos has dado de que
tu mayor deseo es estar siempre con nosotros; y fue este sublime deseo, ¡Oh
bendito amor! el que te llevó a asumir la naturaleza humana. Oh Verbo
encarnado, recuerda aquella Santa Pasión que abrazaste por nosotros, y para
cumplir con el divino plan de reconciliación de Dios con su criatura.
Recuerda, Señor, tu última cena, cuando
rodeado de tus discípulos, y después de haberles lavado los pies, les diste tu
precioso cuerpo y sangre. Recuerda también cuando tuviste que consolarlos al
anunciarles tu próxima Pasión.
Es en el Huerto de los Olivos, Oh
Señor, donde se escenificaron los peores momentos de tu Sagrada Pasión: porque
fuiste invadido por la más infinita de las tristezas y por la más dolorosa de
las amarguras, y que te llevaron a exclamar todo lleno de horror y de angustia:
"¡Mi alma esta triste hasta la muerte! . . . Tres horas duró tu agonía en
aquel jardín; y todo el miedo, angustia y dolor que padeciste allí, ¡fueron tan
grandes! que te causó sudar sangre copiosamente. Aquello escapaba toda
descripción, hasta tal punto que sufriste más allí que en el resto de tu
Pasión, porque ante tus divinos ojos desfilaron aquellas terribles visiones de
los pecados que se cometieron desde Adán y Eva hasta aquellos mismos instantes.
Además de los pecados que se estaban cometiendo en aquellos momentos por toda
la faz de la tierra, y los que se cometerían en el futuro, ¡siglos enteros!
¡Hasta la consumación de los tiempos!
Pero, ¡Oh amor que todo lo vence! A
pesar de tu temor humano, así contestaste a tu Padre:
"¡No se haga mi
voluntad, sino la Tuya!"
E inmediatamente, tu Padre envió aquel
precioso Ángel para confortarte. Tres veces oraste, y al final llegó tu
discípulo traidor, Judas. ¡Cuánto te dolió aquello!
Fuiste arrestado por el pueblo de
aquella nación que Tú mismo habías escogido y exaltado. Tres jueces te
juzgaron, falsos testigos te acusaron, cometiendo la humanidad el acto más
injusto de su historia: ¡condenando a muerte a su Autor y Redentor! ¡A aquél
que venía a regalarnos la vida eterna! Te despojaron de tus vestiduras y te
cubrieron los ojos e inmediatamente aquellos soldados romanos comenzaron
a abofetearte, y llenarte de escupitajos, y golpes llovieron contra tu delicado
cuerpo. Y te retaban a que les dijeras quién era el que te lo hacia. De
repente, aquella corona de espinas te la incrustaron en la cabeza mutilándotela
de mala manera, ¡rompiendo carne, venas y nervios! Para completar la mofa a tu
condición de Rey, te dieron como cetro una vulgar caña que colocaron en tus
sagradas manos.
Oh, sublime enamorado de nuestras
almas, recuerda también cuando te ataron a la columna. ¡Cómo te flageló aquella
gente! No quedó lugar alguno en tu maravilloso cuerpo que no
quedara destrozado bajo los golpes de los látigos. Otro cuerpo humano hubiese
muerto con menos golpes. La escena era terrible: ¡huesos y costillas podían
verse! ¡cuánta furia desatada contra el Hombre-Dios!
Oh Jesús mío, en memoria de aquellos
crueles tormentos que padeciste por mí antes de la crucifixión, concédeme antes
de morir, un verdadero arrepentimiento de mis pecados, que pueda satisfacer
plenamente por ellos, que haga una santa confesión, que te reciba bajo el velo
eucarístico, y así alimentada mi alma, vuele yo hacia Ti. Así
sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
2º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh salud y alimento de mi alma, libertad verdadera
de Ángeles y Santos, ¡Paraíso de delicias! Recuerda el horror y la tristeza que
sufriste camino al lugar donde te aguardaba una cruz, cuatro clavos y los
verdugos, cuando toda aquella turba se apretujaban a tu paso, y te golpeaban e
insultaban impunemente, haciéndote víctima de las más espantosas crueldades.
Pero más te dolía la ingratitud de ellos que los golpes que te infligían, pues
era precisamente por ellos y por todo el género humano, que llevabas aquella
Cruz sobre tus hombros destrozados.
Por todos aquellos tormentos y
ultrajes, y por las blasfemias proferidas contra Ti, te ruego ¡oh dueño de mi
alma! que me libres de mis enemigos, visibles e invisibles, y que bajo tu
protección logre yo tal perfección y santidad, que merezca entrar en tu Reino.
Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
3º.
(Persignarse, hacer la oración al
Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
¡Oh dueño de mi existencia! Tú que
siendo el Creador del universo, del Cielo y la Tierra, de ángeles y hombres, a
Quien nada puede abarcar o limitar y que todo lo envuelves y sostienes con tu
amoroso poder, sin embargo te dejaste matar por tu obra maestra, el hombre,
para justificarle ante Ti mismo.
Recuerda cada dolor sufrido, cada
tormento soportado por nuestro amor, como cuando los judíos, con enormes clavos
taladraron tus sagradas manos y pies. ¡Qué espantosa escena se produjo cuando
con indescriptible crueldad, tu cuerpo tuvo que ser estirado sobre la Cruz para
que tus manos y pies llegaran hasta los agujeros previamente abiertos en el
madero! ¡Con cuanta furia agrandaron aquellas abiertas heridas! ¡Como agregaron
dolor al dolor, cuando tuvieron que estirar tus sagrados miembros violentamente
en todas direcciones! ¡Oh Varón de dolores! ¡Recuerda cuando tus músculos y
tendones eran estirados sin misericordia, y tus venas se rompían, y tu piel
virginal se desgarraba horriblemente y tus huesos eran dislocados!
Oh Cordero divino, en memoria de todo
lo ocurrido en la colina del Gólgota, te ruego me concedas la gracia de amarte
y temerte cada día más y más. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
4º
(Persignarse, hacer la oración al
Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh divino mártir de amor, oh medico
celestial que te dejaste suspender en la Cruz para que por tus heridas las
nuestras fueran curadas, recuerda cada una de aquellas heridas y la tremenda
debilidad de tus miembros que fueron distendidos hasta tal punto que. jamás ha
habido dolor semejante al tuyo.
Desde la cabeza a los pies eras todo
llaga, todo dolor, todo sufría; eras una masa rota y sanguinolenta, y aún así
llegaste, para sorpresa de tus verdugos, a suplicar a tu Padre eterno perdón
para ellos ¡porque no sabían lo que hacían!
Oh Cristo, bendito, en memoria de esta
graso misericordia que tuviste, que muy bien pudiste lanzar a todo. aquel mundo
malvado a los abismos infernales con un solo acto de tu todopoderosa voluntad.
Por aquella tan grande misericordia que superó a tu justicia divina, concédeme
una contrición perfecta y la remisión total de mis pecados, desde el primero
hasta el último, y que jamás vuelva a ofenderte. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
5º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh Jesús, oh esplendor de la eternidad, recuerda
que cuando contemplaste en la luz de tu Divinidad las almas de los
predestinados que serían rescatados por los méritos de tu, Sagrada Pasión,
también viste a aquella tremenda multitud que sería condenada por sus pecados.
¡Cuánto te quejaste por ellos! Te compadeciste, mi bondadoso Jesús, hasta de
aquellos réprobos, de aquellos desafortunados pecadores que no lavarían sus
almas con tu sangre; ni las alimentarían con tu carne eucarística.
Por tu infinita compasión y piedad,
acordándote de tu promesa a aquel ladrón al decirle que ese mismo día estaría
contigo en el Paraíso, oh salud y alimento de mi alma, muéstrame esta misma
misericordia en la hora de mi muerte. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
6º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh bien mío, Rey muy amado y deseado por mi
corazón, recuerda aquella infinita aflicción que padeciste cuando te
suspendieron en la Cruz, casi desnudo y tratado como si fueras un criminal
común. ¡Oh manirroto, cómo te dolió el ver que tus familiares y amigos te
desertaron! Pero allí estaban María y Juan, que permanecieron contigo hasta tu
último suspiro. No importando que toda naturaleza humana agonizando estaba, y
para colmo de tu inmenso amor por nosotros, nos hiciste aquel precioso regalo:
¡nos diste a María como Madre! ¡Cuánto te debo, amado mío, por este sublime
regalo! Sólo tuviste que decir a María:
"Mujer, he ahí a
tu hijo"; y a Juan: "He ahí a tu Madre...”
Oh Rey de la Gloria, por la espada de
dolor que atravesó el alma de tu Inmaculada Madre, te ruego, oh dueño mío, que
te compadezcas de mí en todas mis aflicciones y tribulaciones, y que me asistas
en cada prueba, especialmente en la hora de mi muerte. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA 7º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
¡Oh Rey de Reyes! ¡Fuente de compasión
que jamás se agota! Recuerda cuando sentiste aquella tremenda sed por almas y
que te llevó a exclamar desde la Cruz: "¡Tengo Sed!" Si, no solamente
tenías sed física, sino sed insaciable por la salvación de la raza humana.
Por este gesto de amor por nosotros, te
ruego, oh prisionero de mi amor, que inflames en mi corazón el deseo de tender
siempre hacia la perfección en todos mis actos, que extingas en mi la
concupiscencia de la carne y los deseos por placeres mundanos. Así
sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA 8º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh constante dulzura mía, oh deleite
diario de mi espíritu, por el sabor tan amargo de aquella hiel y vinagre que te
dieron a probar en lugar de agua, para aplacar tu sed física, te suplico
aplaques mi sed por tu vivificadora sangre, y mi hambre por tu redentora carne,
ahora y siempre, y que no me falte en la hora de mi muerte. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA 9º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh Cristo bendito, oh continuo gozo de
mi mente, recuerda aquellos atroces dolores y aquella tremenda soledad que te
llevó a exclamar: "Padre, oh Padre mío, ¿por qué me has
abandonado?" Te contemplo, oh dulce autor de la vida, todo
sumido en aquel mar de amargura, y noto también que tu muerte ya se acerca;
pero lo que más me espanta, ¡oh adorado mío!, es ver que los judíos ¡no cesan
de insultarte! los ultrajes y blasfemias ¡parece que no tienen fin!
A través de las angustias que padeciste
en aquellos terribles momentos finales de tu Pasión, te ruego, ¡oh enamorado de
mi alma! que no me abandones en mis últimos momentos, para que mi alma salva
pueda demostrarte que también vivía enamorada de Ti. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA 10º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh Jesús, que eres principio y fin de
todo lo creado, virtud, luz y verdad, recuerda que para rescatarnos permitiste
ser sumergido en un abismo de sufrimientos de los pies a la cabeza; y yo, en
consideración a la enormidad de tu sacrificio, y por los méritos infinitos de
tus sagradas heridas, quiero consagrarme a ti, y pidiéndote estoy que me enseñes
a observar, con el más puro de los amores, tus mandamientos, único camino
amplio y seguro para nosotros que te amamos y que nos conducen a ti. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA 11º
(Persignarse, hacer
la oración al Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh Jesús mío, abismo insondable de
misericordia, te ruego en memoria de tus heridas, las cuales penetraron hasta
la médula de tus huesos y hasta lo más profundo de tu ser, ¡que me apartes para
siempre del pecado! ¡que no te ofenda más! Reconozco con bochorno de que soy un
miserable pecador y que te he ofendido ¡tantas veces! que temo que tu divina
justicia me condene. No obstante, acudo presuroso a tu misericordia infinita,
para que me escondas urgentemente en tus preciosas llagas, y así oculto de tu
indignado rostro, pueda tu amante corazón una vez más, lavar mis culpas con tu
sangre liberadora. De esta forma, adorado mío, tu enojo e indignación cesarán.
¡Gracias! Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
12º
(Persignarse, hacer la oración al
Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh Jesús, eterna verdad, símbolo de la
perfecta caridad y de la unidad, te suplico que te acuerdes de aquella multitud
de laceraciones, de aquellas horribles heridas que te infligió la humanidad
pecadora que querías salvar. Estabas hecho un guiñapo humano enrojecido por tu
propia sangre. ¡Qué inmenso e intenso dolor padeciste en tu carne virginal por
amor a nosotros! Oh dulzura infinita, ¿qué pudiste hacer que ya no hayas hecho
por nosotros?
Ayúdame, oh Señor, a tener siempre
presente ante los ojos del espíritu, un fiel recuerdo de tu Pasión, para que el
fruto de tus sufrimientos se vea continuamente renovado en mi alma, y para que
tu amor se agrande a cada momento más y más en mi corazón, hasta que llegue
aquel feliz día en que he de verte en el Cielo, y ser uno contigo, que eres el
tesoro y suma total de todo gozo y bondad. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
13º
(Persignarse, hacer la oración al
Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh dulce consuelo de mi alma,
maravilloso liberador, Rey inmortal e invencible, recuerda cuando inclinando tu
adorable cabeza, toda desfigurada por los golpes, la sangre y el polvo del
camino, exclamaste: "Todo está consumado"... Para entonces, toda tu
fuerza moral y física, habíase agotado totalmente.
Por ese precioso sacrificio, y por las
angustias y tormentos que padeciste antes de morir, te ruego, oh bondadoso
Jesús, que tengas misericordia de mí en la hora de mi muerte, cuando mi alma se
vea asaltada por inquietudes y angustias. Que no tema nada, que te tenga a mi
lado, y dentro de mi ser. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
14º
(Persignarse, hacer la oración al
Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh doliente Jesús, oh incomprensible
Segunda Persona de la Trinidad, esplendor y figura de su esencia, recuerda
cuando con gran voz entregaste tu alma al Padre: "!Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu!"
Tu cuerpo estaba despedazado, y tu
corazón destrozado, ¡ah pero tus entrañas. de misericordia estaban aún muy
abiertas para redimirnos! Así expiraste, oh amor, infinito Por tu muerte ¡tan
preciosa! te suplico, oh Rey de Santos y Arcángeles, que me confortes y me
ayudes a resistir al mundo con sus errores, a Satanás con sus perfidias, y a la
carne con sus vicios, para que así muerto a los enemigos de mi alma, viva
solamente para Ti. Por eso te ruego, oh sublime conquistador, que a la hora de
mi muerte recibas a esta pobrecita alma que te adora, a este desterrado que
sólo quiere regresar a Ti. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
ORACIÓN PARA EL DÍA
15º
(Persignarse, hacer la oración al
Espíritu Santo, rezar un Padre Nuestro y un Ave María)
Oh vencedor dé la muerte! ¡Vid
verdadera y fructífera! Recuerda aquel torrente de sangre que brotaba de cada
parte de tu bendito cuerpo, igual que la uva cuando es exprimida en el lagar.
Desde el lugar de la flagelación y a través de las calles de Jerusalén, por,
toda aquella vía dolorosa, hasta la colina sagrada, tu sangre derramada
escribía las más bellas páginas de la historia del Corazón que más nos ama ¡el
tuyo!
Recuerda cómo la tierra agradecida,
pero a la vez espantada, recibía tu preciosa sangre. Toda la Naturaleza de
horror temblaba, y los Cielos se estremecían, los ángeles, y hasta los
demonios, se sorprendían ante ¡aquella increíble escena! ¡Todo un Dios moría!
¿Qué era aquello? ¿Qué sucedía? Aquel primer Viernes Santo, oh Jesús, abrías el
Cielo para la humanidad pecadora.
Por tres largas horas tu cuerpo colgó
de la cruz, presentabas un aspecto doliente, triste, todo lleno de saliva, tu
sangre aún manando recorriendo aquella que ya se había secado, que ya había
coagulado. Y a todo esto se adhirió el polvo y la tierra del camino Que
tristeza y dolor padecieron María y Juan al contemplar tus cabellos y barba que
ahora daban la impresión de que estaban compuestos de alambres, llenos de
sangre seca y de tierra. Tus oídos y tu nariz tupidos estaban de sangre. ¡Hasta
tus ojos y boca sangraban! En verdad que todos tus sentidos fueron atrozmente
atormentados.
Así, inclinaste la cabeza y entregaste
el Espíritu, entonces vino aquel soldado romano cuyo nombre era Longinos y
perforó tu costado, con tanta violencia, que la punta de la lanza casi sale por
el otro costado. Tu corazón te lo quebraron, oh Jesús mío, ese corazón ¡que
tanto nos ama! Y de allí brotó sangre y agua, las últimas gotas que quedaban.
Tu cuerpo colgaba cual bulto de mirra, la carne destruida, la sustancia
marchita, tus huesos resecos. Es entonces que el Sol y las estrellas no dieron
su luz, hubieron terremotos, resucitaron muchos muertos, y la Naturaleza y los
elementos dieron amplio testimonio de que aquél ¡era el Hijo de Dios!
Oh maravillosa realidad, escándalo para
los infieles, ¡gozo indescriptible para los que te amamos! Ese tu infinito
sacrificio pagó el rescate, y al resucitar y ascender, gloriosamente al Cielo,
¡dejaste bien abiertas las puertas para aquéllos que quisieran seguirte! Oh
Señor, por tu amarga Pasión y preciosa sangre, te ruego traspases mi corazón,
para que mis lágrimas de amor, adoración y penitencia, sean mi alimento noche y
día. Haz que me convierta totalmente a Ti; que mi corazón sea tu perpetuo lugar
de reposo; que mi conversación te sea siempre agradable; y que al final de mi
vida merezca que grabes, oh Dios de amor, el Sello de Tu Divinidad en mi alma,
para que tanto el Padre como el Espíritu Santo, te vean bien reproducido en mi,
y poder así ser contado entre tus Santos para alabarte para siempre por toda la
eternidad. Así sea.
(Se concluye con el
Gloria)
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